sábado, 14 de marzo de 2015

Biografía.

Biografía
Nació en Caracas, el 24 de julio de 1783, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios.
Los padres de bolívar: Juan Vicente bolívar y Ponte-Andrade, y María de la Concepción Palacios y Blanco. En el nacimiento de bolívar  Venezuela era entonces una Capitanía General del Reino de España, en cuya población se respiraban resquemores por las diferencias de derechos existentes entre la oligarquía española dueña del poder, la clase mantuana o criolla, terratenientes en su mayoría, y los estratos bajos de pardos y esclavos.
Los mantuanos, a pesar de los privilegios que tenían, habían desarrollado un sentimiento particular del "ser americano", que los invitaba a la rebeldía: "Estábamos (explicaría Bolívar más tarde) abstraídos y, digámonos así, ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contravención directa de nuestras instituciones".


Cartas entre Bolívar y Manuela.

Carta de Manuela a Bolívar.

El Garzal,a 27 de junio de 1822.

Muy Señor Mío:

Aquí hay una de vivaz todo un hechizo de la hermosa naturaleza. Todo invita a cantar,a retozar;en fin,a vivir aquí. Este ambiente,con su aire cálido y delicioso,trae la emoción vibrante del olor del guarapo que llega fresco del trapiche,y me hace experimentar mil sensaciones almibaradas. Yo me digo:Este suelo merece recibir las pisadas de S.E.
El bosque y la alameda de entrada al Garzal,mojados por el rocío nocturno,acompañarían su llegada de usted,evocando la nostalgia de su amada Caracas. Los prados,la huerta y el jardín que está por todas partes,servirán de inspiración fulgurante a su amor de usted,por estar dedicado casi exclusivamente a la guerra .
Las laderas y campos brotando flores y gramíneas silvestres,que son un regalo a la vista y encantamiento del alma. La casa grande invita al reposo,la meditación y la lectura,por lo estático de su estancia. El comedor,que se inunda de luz a través de los ventanales,acoge a todos con alegría;y los dormitorios reverentes al descanso,como que ruegan por saturarse de amor..
Los Bajíos a las riberas del Garzal hacen un coloquio para desnudar los cuerpos y mojarlos sumergidos en un baño venusiano;acompañado del susurro de los graduales próximos y del canto de pericos y loros espantados por su propio nerviosismo. Le digo yo,que ansío de la presencia de usted aquí que ruego a usted que perdone mis desvaríos por mi ansiedad de usted y de verlo presente,disfrutando de todo esto que es tan hermoso. 


Suya de corazón y de alma.
Manuela.


                                                            Carta de Bolívar a Manuela.

Cuartel General en Guaranda a 3 de Julio de 1822.

Quiero contestarte,bellísima Manuela,a tus requerimientos de amor que son muy justos. Pero he de ser sincero para quien,como tú,todo me lo ha dado. Antes no hubo ilusión,no porque no te amara Manuela y es tiempo de que sepas que antes amé a otra con singular pasión de juventud,que por respeto nunca nombro.
No esquivo tus llamados,que me son caros a mis deseos y a mi pasión. Solo reflexiono y te doy un tiempo a ti;porque se que esta es mi época de amarte y amarnos mutuamente.
Solo quiero tiempo para acostumbrarme,pues la vida militar no es fácil ni fácil retirarse. Me he burlado de la muerte muchas veces,y esta me acecha deliramente a cada paso.
Qué debo brindarte: ¿Un encuentro vivo acaso?Permíteme estar seguro de mí,de tí y verás querida amiga quien es Bolívar al que tú admiras. No podría mentirte.

¡Nunca Miento!Que es loca mi pasión por tí,lo sabes.

Dame tiempo.
Bolívar.

Amores de Bolívar

Amores de Bolívar:
María Teresa del Toro :El salto grande y su mujer sin duda alguna ahora se llamaría María Teresa del Toro y Alaiza, emparentada por sangres muy cercanas a la burguesía provinciana criolla de Caracas y el centro del país, a través del Marqués del Toro y los Rodríguez del Toro. 
María Teresa, joven aunque dos años mayor que Bolívar, ya que él tenía 17 años, y sin ser bella, la anhelada compañera del futuro Libertador le ataría por su carácter y educación. Mujer frágil, tímida, de ojos claros, profundos y tristes, pálida de tez, amable, inspiradora de honda ternura, casta, tejedora de sueños, avasallante y femenina. La visita luego Bolívar en el norteño puerto de Bilbao, tierra de ancestros, donde con su familia reside temporalmente en el otoño de 1801. 
Luego de obtener el permiso o dispensa real que como militar le permita contraer nupcias, el miércoles 26 de mayo del año 1802, sin más espera se cansan en la parroquia de San Sebastián.
Una vez realizado tan importante paso vital, cumpliendo vínculos hereditarios de inmediato la pareja prepara viaje rumbo al puerto americano de La Guaira, desembarcadero natural de Caracas.
Poco duró el idilio de los enamorados ya que la joven María Teresa fue presa de la fiebre amarilla, y luego de muchas dolencias, delirios y aferramientos, muere el sábado 22 de enero de 1803.
Tanto amó Simón Bolívar a esta mujer, que todavía escribe 25 años después: “Quise mucho a mi mujer y su muerte me hizo jurar no volver a casarme. He cumplido mi palabra”.

Fanny Du Villars: Simón Bolívar regresó a España luego de la muerte de su esposa y de ahí viajó a París en la primavera de 1804. Allí en el “Hotel de los Extranjeros” permanecerá rodeado de amigos, derrochando infinitas ilusiones y aprendiendo cada día más de la vida.
Al cabo de poco tiempo aparece ante él, ella, de cuerpo entero, entre bautismos y enlaces connubiales llamada “Fanny” Louise Denisse Dervieux du Villars, casada con el cincuentón coronel realista y conde a la vez, Bartolomé Dervieux, mujer de mundo, hija del barón de Trobiand de Kenreden, su pariente lejano por la sangre Aristiguieta.
Fanny, blanquísima mujer de cabellos tirando a rubio oscuro, como lo señalan sus biógrafos, frívola por demás, coqueta, de refinamiento y gracia elegante pese a ser un tanto gruesa, la boca fina, los ojos azules aunque el color a veces era variable, sonrosada la piel, de senos rellenos y brazos torneados, el andar lento y sinuoso, por otra parte hábil y encantadora.
Para el momento del encuentro Fanny frisaba las 28 primaveras, y a pesar de los múltiples compromisos sociales empezó a intimar con aquel solitario viudo de 20 años.
Maestra ideal, fue la mujer que verdaderamente lo despertó en las lides ardientes del amor, en los largos seis meses que acariciaron estos encuentros continuos, aunque por los viajes de conocimiento que debía realizar el futuro Libertador, llegó finalmente el 6 de mayo de 1805, día en que el caraqueño se despidió con ternura de la francesa, obsequiándole en esa oportunidad una sortija, marcada en esta fecha con el grabado imperecedero del recuerdo.
Josefina Machado:El 4 de agosto de 1.813 conoció de veras el Libertador a Josefina Machado, “la señorita Pepa”, como la llamaban en la intimidad, al entrar aquel triunfante a Caracas, luego de Campaña Admirable. Bolívar regresaba entonces a la ciudad natal con todas las loas imaginables y en las ofrendas que se le tributaron encontró, de improviso, con que una de las doce bellas caraqueñas vestidas de blanco que frente al cabildo citadino le colmaron de laureles a la manera clásica de la antigüedad romana y que además lo arrastraron en el carro triunfal, como hombre y conquistador le interesaba aquella ninfa o vestal. Josefina, la escogida por el corazón, en aquel momento frisaba en los veinte años y quienes la conocieron cuentan que además era morena, de cabellos negros, estatura regular y transmitía un ardor delicioso apenas con su presencia destacada, de ojos grandes y vivos, la boca carnosa y de una alegría natural que en momentos de solaz llegaba a contagiar a cualquier mortal. Tampoco provenía de la pequeña sociedad mantuana colonial, detalle este que movido en cierto medio agresivo o petulante y de acuerdo con los acontecimientos vividos, le conformaba en la mezcla un carácter inestable y soberbio aunque reservado y frio, según la posición con que ella en ocasiones considerada comportarse. Hija de criollos terratenientes de los valles cacaoteros de rio Tuy y prima del general Carlos Soublette Jerez, la vanidad consecuente que la entornaba por momentos le permitió acercarse a Bolívar sin alguna dificultad y penetrar en el, para así resarcir los vejámenes y recelos que le hizo la sociedad de entonces ente tantos días turbulentos, lo que fuerza de la verdad debió haber influido en el ego de aquella familia Machado.
Isabel Soublette: Isabel Soublette, oriunda de la sociedad mantuana emergente de la época, la del reencuentro romántico en esa costa con el Libertador Simón Bolívar, también fue su amante; una mujer descrita como esbelta, rubia y blanca, de ojos azules y bellos.
Era una distinguida hermana del General Carlos Soublette, quien fuera más tarde Presidente de Venezuela, y prima a su vez de su rival Josefina Machado, con la que en un equilibrio amoroso entre la rubia y la morena debió compartir a ratos y no sin ciertos celos, este amor imposible. 
Julia Cobier: La perla antillana de Bolívar fue Julia Cobier o Gober; criolla dominicana, morena pálida, de buena presencia, tierna, excitante y rica. Pernoctaba con Bolívar ella en Kingston cuando sus enemigos fueron a otra casa y asesinaron al pobre Félix Amestoy, quien lo esperaba para platicar, y por breve reposo ocupó su hamaca.
Manuela Sáenz: El 1 de diciembre de 1827 salió para Bogotá, ante la solicitud de Bolívar de reanimar «una vida que está expirando». En esta ciudad debió enfrentar un grupo grande de detractores, entre los que se encontraban Francisco de Paula Santander y José María Córdova, enemigos declarados de la Sáenz. «Tendría 29 a 30 años cuando la conocí en toda su belleza. Algo gruesa, ojos negros, mirada indecisa, tez sonrosada sobre fondo blanco, cabellos negros, artísticamente peinados y los más bellos dedos del mundo [...] era alegre, conversaba poco; Fumaba con gracia. Poseía un secreto encanto para hacerse amar», así la describió Jean-Baptiste Boussingault, un profesor de ciencias francés que Santander trajo a Colombia en 1824, y con quien Manuela compartió muchos momentos políticos y sociales. Durante los primeros meses de vida en Bogotá, Manuela vivió en la Quinta de Bolívar, una casa situada «a la sombra de los cerros de Monserrate», construida por José Antonio Portocarrero a principios de siglo y que, por motivos de las guerras de independencia, pasó a manos de Bolívar en 1820.
El 24 de julio de 1828, no obstante encontrarse Bolívar en el Palacio de San Carlos, ejerciendo sus poderes dictatoriales sobre la república (luego de la disolución de la Convención de Ocaña, el 11 de junio, y, consecuentemente, del Congreso), Manuela celebró el cumpleaños de Bolívar en la Quinta. En el transcurso de la fiesta, ella realizó un fusilamiento simbólico de Santander, «ejecutado por traición», según rezaba el letrero colgado del muñeco. Parece que la descarga se escuchó perfectamente en todo Bogotá. Con este acto, la política de reestructuración de la República que adelantaba Bolívar, estuvo a punto de derrumbarse. En la primera semana de agosto de ese mismo año, y a pesar de la orden de Bolívar de que permaneciera alejada del público, Manuela Sáenz puso treinta y dos pesos de plata en manos de don Pedro Lasso de la Vega por la casa marcada con el número 6-18 de la calle 10, para así estar más cerca al Palacio de San Carlos, es decir, de Bolívar. 
Esta cercanía y la conjugación de sus talentos físicos con sus habilidades políticas le permitieron a Manuela saber de la conspiración para matar al general, conspiración que tomó fuerza por el descontento en casi todos los estratos. Los soldados se quejaban por el atraso en los pagos, las mujeres, de la carestía, la aristocracia, de la pérdida de privilegios, los comerciantes, por el detrimento en sus negocios, y los intelectuales, por la falta de libertad. En la conspiración, se rumoraba, estaba implicado Santander. El primer intento fue en el mes de agosto, en la fiesta de máscaras en el teatro El Coliseo (Colón), del que se salvó gracias a la acción involuntaria de Manuela. El segundo intento fue el 25 de "setiembre", en el Palacio de San Carlos. Esta vez fue la acción premeditada de Manuela la que hizo que saliera ileso, y por ello fue llamada por Bolívar «la libertadora del Libertador». El 20 de enero de 1830, Bolívar presentó renuncia a la presidencia. El 8 de mayo emprendió el viaje hacia la muerte, ocurrida el 17 de diciembre en 
Santa Marta. Desde su partida, los ataques contra Manuela tomaron forma y nombre: Vicente Azuero se encargó de incitar a la gente a manifestar su descontento con La Sáenz, mediante carteles, "papeluchas" y actos como la quema de dos muñecos en la fiesta del Corpus Christi, en los que personificaron a Manuela y a Bolívar bajo los nombres de Tiranía y Despotismo. La reacción de Manuela fue obvia: destruyó las figuras y todo el andamiaje que las sostenía. El resentimiento santafereño cedió a las acciones de Azuero; sin embargo, Manuela recibió el apoyo del sector que menos esperaba, las mujeres: «Nosotras, las mujeres de Bogotá, protestamos de esos provocativos libelos contra esta señora que aparecen en los muros de todas las calles [...] La señora Sáenz, a la que nos referimos, no es sin duda una delincuente». El gobierno estuvo a punto de considerar éste y otros llamados de "las mujeres liberales", como ellas mismas se llamaron, pero un folleto, "La Torre de Babel", escrito por Manuela Sáenz, en el que no sólo ponía de manifiesto la ineficacia e ineptitud de los rectores del gobierno, sino que revelaba secretos de gobierno; hizo que se le acusara de actos «provocativos y sediciosos», y se procediera a encarcelarla, por lo menos virtualmente.
En los últimos días de 1830, Manuela emprendió el viaje hacia Santa Marta para cuidar la salud de Bolívar, pero sólo llegó hasta Honda. Allí recibió una carta de Louis Perú de Lacroix, un joven veterano de los ejércitos de Napoleón, edecán del general hasta hacía poco, que decía: «Permítame usted, mi respetada señora, llorar con usted la pérdida inmensa que ya habremos hecho, y que habrá sufrido toda la república, y prepárese usted a recibir la última fatal noticia» (18 de diciembre de 1830). Desde este momento, Manuela perdió su objetivo en la vida. Con la muerte de Bolívar, el desprecio por ella se desbordó, por lo que decidió partir hacia Guanacas del Arroyo; sin embargo, la persecución no cedió. El 1 de enero de 1834 Santander firmó el decreto que la desterró definitivamente de Colombia. Fue a Jamaica, y de allí a Guayaquil, a donde llegó en octubre de 1835. También tuvo que partir de Guayaquil, pues el gobierno de Ecuador no la quería allí. Viajó, entonces, a Paita, un puerto en el desierto peruano sin agua y sin árboles, y formado por una sola calle y un muelle al que sólo llegaban balleneros de Estados Unidos. Allí, en un desvencijado edificio, se leía: «Tobbaco. English spoken. Manuela Sáenz». La pobreza la acompañó durante los últimos años, y finalmente también la invalidez. 
El 11 de agosto de 1847 se enteró de la muerte de su marido, James Thorne, asesinado el 19 de junio de ese año. En su testamento, Thorne devolvía a Manuela los ocho mil pesos de la dote de los intereses; sin embargo, ese dinero nunca Llegó a sus manos. Así, inválida, acompañada por Simón Rodríguez (el Maestro del Libertador), quien también terminó su vida en Paita (1854), y las cartas del General O'Leary, acabó la vida de Manuela Sáenz, víctima de una extraña epidemia que llegó al puerto en algún ballenero, el 23 de noviembre de 1856.
 Francisca Zubiaga: Francisca Zubiaga y Bernales “la Mariscala” fue esposa y principal asesora presidencial de Agustín Gamarra. Cuzqueña de nacimiento, de carácter indomable, debeló conspiraciones y dirigió asuntos de estado. La Mariscala fue una mujer que rompió esquemas, quebrantó paradigmas, odiada por muchos y muchas, querida y amada por otros y otras, Doña Pancha se convertiría así en la primera mujer peruana en tener activa participación política. Como bien decía Clorinda Matto de Turner “esa mujer fue mucho hombre” y agregaba además en uno de sus escritos “…Tócame, en fin, ocuparme del Perú, mi amada patria, cuyo pabellón blanco y rojo, hecho con la sangre de los héroes de la independencia y el velo de las vírgenes del sol, fue glorificado por mujeres de la talla de Francisca Zubiaga, esposa del generalísimo Agustín Gamarra”. O cómo se refería de ella la escritora parisina Flora Tristan, quien tuvo la oportunidad de conocerla antes de su temprano deceso “su rostro, según las reglas con que se pretende medir la belleza, no era ciertamente hermoso. Pero, a juzgar por el efecto que producía sobre todo el mundo, sobrepasaba a la más bella. Como Napoleón, todo el imperio de su hermosura estaba en su mirada...”
En el Cuzco le tributa un amor decidido Francisca Zuniaga de Gamarra, esposa del general Agustín Gamarra, quien llegaría a ser dos veces Presidente de Perú, y enemigo, comprensible, de Bolívar y, por extensión, de la independencia de Bolivia, nación a la que invadió, perdiendo la vida frente al ejército patriota boliviano. Cuando a este general le criticaban su odio hacia el hombre que lo había colmado de honores, respondía: "...Me concedió honores, es cierto, pero me quitó la mujer...". Y siguiendo la tradición iniciada con las hermanas Ibañez, dos hermosas ofrendan sin disputas sus favores: Juana de Dios y Bárbara Lemus; y luego, las Patiño, María de Jesús y Salustiana.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Educación

Educación


El desempeño escolar de Bolívar no fue muy brillante como alumno de la Escuela Pública, institución administrada por el Cabildo de Caracas que funcionaba de forma deficiente debido a la carencia de recursos y organización.
En aquel entonces, Simón Rodríguez era maestro de Bolívar en esta escuela y don Carlos, pensaba enviarle a vivir con él porque no podía atenderlo personalmente y las protestas de su sobrina María Antonia sobre la educación y atenciones que recibía su hermano eran frecuentes.
Ante la perspectiva de vivir con su maestro, Simón escapó de la casa de su tío el 23 de julio de 1795, para refugiarse en la de su hermana María Antonia, que ejerció su custodia temporal, hasta que se resolvió el litigio judicial en la Real Audiencia de Caracas que devolvió a don Carlos, la custodia de Simón.
Simón trató de resistirse pero fue sacado por la fuerza de casa de su hermana y llevado en volandas por un esclavo hasta la vivienda de su maestro.
Una vez allí, las condiciones en las que vivía con el maestro Rodríguez no eran las ideales, pues tenía que compartir el espacio con 20 personas en una casa no apta para ello, y por esto Simón escapó de allí un par de veces, en las que terminó volviendo por orden de los tribunales.
Al poco tiempo, Rodríguez renunció a su cargo de maestro para irse a Europa y la Real Audiencia de Caracas determinó que Simón fuera trasladado a la Academia de Matemáticas, dirigida por el padre Andújar y que funcionaba en casa de su tío Carlos.
Al parecer, en esta academia la formación de Bolívar mejoró notablemente en calidad y cantidad, y fue complementada con lecciones de Historia y Cosmografía impartidas por Don Andrés Bello hasta su ingreso en el Batallón de Milicias de blancos de los Valles de Aragua el 14 de enero de 1797.
Existe la falsa idea de que entre 1793 y 1795, estuvo inscrito en el Colegio Real de Sorèze en el Sur de Francia, en el departamento del Tarn.